Yo aprendí a vaciarme del barro ajeno,
a no beber sed en nombre del duelo.
A ti te quedó el hábito de escarbar,
de hacer del pasado un sitio donde habitar.
Guardas tormentas en frascos de azúcar,
y juras que es dulce tu forma de actuar.
Pero cada palabra te sabe a metralla,
cada “te acuerdas” te vuelve muralla.
Yo fui la que soltó la cuerda rota,
la que dejó de cargar tu derrota.
Pero tú… tú sigues cargando el pozo,
creyendo que el agua es cosa de otros.
Pensaste que amar era llenar vacíos,
que alguien más completaría tus ríos.
Pero eras orilla que nunca alcanzaba,
y yo no era mapa, ni ruta prestada.
Hoy camino sin saldo, sin deuda, sin nombre.
Tu rencor, que te abriga, a mí ya no me asombre.
Sigue escarbando, sigue en tu fango,
yo florezco en tierra donde no me están llamando.