Luz que no pesa

Hay amores que no duelen,

como el sol cuando se inclina

sobre un lago que lo acoge

sin pedirle ni una espina.

Así llegas, sin ruptura,

como música que pasa

por un cuarto en media tarde

y lo vuelve casi casa.

No me rompes ni me salvas,

no te imploro ni te pierdo,

eres brisa que me nombra

sin tocar del todo el verbo.

No hay dolor en tu reflejo,

ni promesa que me ate;

eres luz que no me ciega,

pero enciende sin debate.

Y si el mundo se deshace,

seguirías siendo río,

no por ser mi geografía,

sino el mapa de lo mío.