Abrazo de Invierno

La soledad llegó como un invierno lento,

cubriendo mis horas de escarcha callada;

yo, temblando, busqué en el viento

una chispa tibia, una voz anclada.

Encontré en mis brazos un refugio pequeño,

como quien abraza un trozo de cielo;

cerré los ojos, soñando en su empeño,

y el frío cedió, rendido en mi suelo.

Abrazar es guardar el mundo en el pecho,

es hacer del silencio un canto secreto;

es tejer con la piel un techo,

donde hasta la tristeza se sienta en su hueco.

Y aunque afuera siga el invierno sin prisa,

aquí dentro florece mi propia brisa.