Lo merezco

No vine a ser repisa del destino,

ni a recoger lo poco que me queda.

Mi pulso es mapa, mi dolor, camino;

yo no nací para aceptar la rueda.

Fui llama oculta en medio de la escarcha,

panal sin miel, castillo sin defensa,

pero hasta el mármol cede si se marcha

la mano que lo esculpe en su presencia.

He dado todo: el pecho, la palabra,

mi nombre, mis certezas, mis abriles.

¿Y a cambio? El eco sordo que descalabra

las metas que tejí con mis fusiles.

El futuro me mira desde lejos,

como si no supiera que resisto,

como si mis intentos fueran viejos

y no latidos nuevos que conquisto.

Yo merezco el descanso, la ternura,

la risa que no esconde cicatriz,

una verdad sin trampa, sin censura,

y un porvenir que no me cobre el gris.

Porque si algo aprendí en esta batalla,

es que mi paso vale, aunque no aprueben.

No tengo que rendirme ante la talla

de un mundo que no ve lo que las prueben.