Después de tanto andar entre ruinas,
de recoger pedazos de mí en cada intento,
llega tu voz, suave como brisa,
y me pregunto si será cierto esto que siento.
No llegaste con promesas vacías
ni con fuegos que queman y luego se apagan,
sino con pausas, con calma, con días
donde la ternura nunca se retrasa.
No sé si eres destino o coincidencia,
pero tu risa se ha vuelto mi refugio.
Y en tu forma de mirar sin exigencia,
me descubro bajando por fin el escudo.
No prometo un cuento sin cicatrices,
ni un amor perfecto de película y canción,
pero contigo siento que mis raíces
por fin encuentran tierra y dirección.
No sé si será para siempre,
ni si el mundo está listo para los dos,
pero me basta este presente
donde me haces sentir que merezco amor.